UN DÍA MÁGICO



Es curioso como suceden las cosas y como se dan las causalidades como me gusta llamarlas. Hace unas semanas en medio de una conversación, a mi mujer le hablaron sobre unas actividades que se estaban llevando a cabo en mi colegio, todo en torno a la magia. Entonces ella comentó la afición que teníamos y que podíamos preparar algo. Siendo sincero, en un principio me vinieron los nervios, la responsabilidad que suponía, era un entorno conocido pero a la vez no, así que me empezaron a surgir mil y un pensamientos en la cabeza. Sin embargo, algo estaba claro, teníamos que intentarlo, pedimos un plazo de dos semanas para preparar algo decente y con lo que me sintiera a gusto y sobre todo para mostrarles una actuación que hiciera que los niños disfrutaran y se vieran envueltos en esa atmósfera mágica que uno siempre quiere crear. 



Abrí el baúl de los tesoros, le puse aceite a mis engranajes, recordando viejos y no tan viejos utensilios y manos a la obra.   Lo dispusimos todo, seleccionando la música adecuada, los efectos que se ajustaran a lo que queríamos transmitir y sobre todo tenía claro que los niños debían ser los protagonistas. 

La noche antes, revisé una y mil veces el maletín, ensayé y me preparé mentalmente para lo que iba a hacer al día siguiente. Esa mañana tomamos todo y lo llevamos con cuidado, dándome cuenta de un último detalle que pude solventar pronto. 

Después de mucho esperar, transcurrieron las horas y llegó el momento, entraron los niños y todo se fue dando, cada juego, cada pase, cada sonrisa, cada palabra, fue viniendo, era mejor de lo que me lo había imaginado y tras terminar me quedé con un gran regalo, las caras de felicidad de ellos y de las profesoras que nos daban las gracias por lo que habíamos hecho y yo; lo único que pensaba era, las gracias las tengo que dar yo porque me han regalado una experiencia que conservaré en mi memoria, y  espero que se vuelva a repetir en un futuro no muy lejano. 






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